Los biocarburantes clásicos o de primera generación, principalmente el etanol y el biodiésel, se obtienen a partir de cultivos como el maíz o plantas oleaginosas como la soja, el girasol y la palma. Las emisiones de gases de efecto invernadero resultantes del uso creciente de tierras agrícolas para la producción de biocarburantes constituyen el conocido como cambio indirecto en el uso del suelo (ILUC).
Por ello, según el portal de noticias http://www.datadiar.com, el Parlamento Europeo está elaborando una nueva directiva para que estos biocombustibles no supongan más del 6 por ciento del consumo energético de la UE en el sector del transporte para 2020, frente al objetivo actual del 10 por ciento
El objetivo, pues, es acelerar la transición hacia una nueva generación de biocombustibles fabricados con algas y algunos residuos, y así reducir las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el creciente uso de tierras agrícolas para la producción de carburantes.
Los biocombustibles clásicos se obtienen a partir de cultivos como el maíz, la soja o el girasol. La emisión de gases de efecto invernadero que supone utilizar tierras de cultivo para la producción de estos biocarburantes es lo que ha provocado, según el Parlamento Europeo, que se quiera limitar al 6% frente al objetivo actual del 10%. En cuanto a la nueva generación de combustibles producidos a partir de algas y residuos, que tienen un impacto menor en el medio ambiente, Estrasburgo ha aprobado que sean al menos el 2,5% de los combustibles que se utilicen en el transporte en 2020. El conjunto de enmiendas del Parlamento han sido aprobadas por 356 votos a favor, 327 en contra y 14 abstenciones.
Según la ponente de la directiva, la liberal francesa Corinne Lepage, aunque se trata de un texto muy técnico, el debate ha sido extremadamente difícil y las votaciones muy ajustadas porque los intereses económicos y las repercusiones éticas en juego son muy importantes.
Falta ver qué posición adoptarán los Estado Miembros antes de la segunda lectura de la Eurocámara.
Sin embargo, diversas ONG´s han manifestado que lo aprobado por el Parlamento les parece insuficiente. Para la organización ActionAid, el límite del 6% supone un toque de atención a la industria de que la política de incentivar a los biocombustibles se está terminando, pero también se debilita la propuesta de la Comisión, que quería fijar el límite en el 5%. “Se trata esencialmente de un voto por más combustible, menos alimentos y más hambre”, ha declarado Laura Sullivan, abogada de ActionAid, que opina que “los alimentos deben ser para alimentar a la gente, no para alimentar automóviles”.
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